La ópera y el grito entrenado

Por Alberto Rojas Eguiluz

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El encierro trajo muchos cambios, y más para un espectáculo como la ópera. La cantante mexicana Alejandra Sandoval, quien entre sus logros tiene el haber ganado el XXIV Concurso Nacional de Ópera Carlo Morelli, en 2006, y el Czech & Slovak International Competition en 2015, entre otros, recuerda que en abril del año pasado hizo Carmen, con la Ópera de Atlanta.

“Por la pandemia tuvieron que reinventar el formato, no podíamos hacerlo en el teatro a puerta cerrada, así que crearon un carpa afuera de donde se presentan las óperas y pusieron sillas, lo no tan agradable fue que tuvimos que cantar con mascarillas y nos pusieron unos micrófonos con una fidelidad maravillosa”, recuerda la soprano mexicana.

La historia se recreó en el Viejo Oeste y se tuvo que reducir el coro. Alejandra invitó a algunos alumnos suyos de Georgia State y a su hijo, quien tiene 21 años. Cuando regresaron a casa, su hijo le dijo que le gustó mucho la manera en que se contó la historia, aunque tuvieron que recortarla por la cuestión de la pandemia, y le confesó que quería conocer la ópera completa.

“Esa es una muestra de que sí se pueden enganchar públicos jóvenes con la ópera, solo hay que hacer una investigación y un trabajo de campo de cómo hay que presentarla”, dice Alejandra.

En esta plática con una de las sopranos mexicanas más reconocidas a nivel internacional, hablamos no solo de la próxima temporada de ópera que se avecina en San Miguel de Allende, también de sus inicios, de los retos de su carrera, de su faceta como profesora de canto y de cómo acercar este arte a los jóvenes.

¿Cómo te diste cuenta de tu vocación por la ópera?

En la prepa cantaba en rondallas y grupos de rock, así que cuando pensé en qué podía estudiar, escogí música porque es algo que me llena. Cuando hice mi examen de admisión en la Universidad de Música de Guanajuato, había un maestro cubano que era el encargado del área de canto, me dijo que tenía buena voz, pero que lo que enseñaban ahí era canto lírico, que es lo que se conoce como canto operístico. Quise probar porque yo ya tenía cierta trayectoria en música popular, empecé a estudiar y este maestro me adentró muchísimo en la ópera, de ahí me fui enganchando en este nuevo descubrimiento.

¿Qué música escuchaban en tu casa cuando eras niña?

En la familia de mi papá son melómanos, mi abuelo era chelista, violinista y tocaba el órgano, así que toda mi familia, pero sobre todo mi papá, adoraba la música clásica, crecí con eso, pero no te das cuenta de esas herramientas hasta que estás envuelta. Muchas obras ya las había escuchado en mi casa, ya venía con un bagaje cultural de haber escuchado música clásica desde niña.

Cuando ganaste el Czech & Slovak International Competition tuviste que cantar en checo, ¿qué tan complicada fue esa parte?

Los concursos son una parte muy importante por toda la presión que conlleva competir contra tanta gente de varios países. En ese concurso, el reto fue aprenderme de memoria las piezas que iban en checo, estoy acostumbrada a tratar con el alemán y el italiano, pero tengo mala memoria, hasta en español tengo que invertirle mucho tiempo a los textos, el idioma es parte fundamental de la interpretación porque tienes que oírte como nativo y eso es muy complejo. Una noche antes estaba muy nerviosa escribiendo todos los textos en checo porque no se me pegaban, al final todo salió bien.

¿Ese fue el mayor reto en tu carrera?

Más que los concursos para mí el reto está en abordar determinado tipo de obras que me ha costado trabajo madurarlas, como el Réquiem de Verdi, que no va a estar lista en tres días.De los retos más complejos fue madurar el Concierto para soprano de coloratura, de Gliere, es una obra complicada, nosotros somos como deportistas de alto rendimiento porque las cuerdas vocales son un músculo, es como correr los 400 metros. Tienes que practicar a diario y debes ir poco a poco hasta tener todo lo que se requiere para hacer determinado tipo de obra, así que los retos han sido obras, o saltar de último minuto a cubrir a un cantante con una obra nueva, eso es muy estresante.

¿Quién es el músico que más te ha impactado?

La persona que más me impactó como músico y de quien aprendí más es Enrique Batiz, que es director de orquesta. Trabajé mucho con él y al principio fue muy difícil. Es un gran músico, pero a veces su batuta es difícil de entender. Gracias a él aprendí muchos trucos, al final nos entendíamos muy bien en cuanto a la batuta, que me costó unos tres años de entender, gracias a eso no se me ha hecho difícil trabajar con directores de otros países, como Yoav Talmi o Arthur Fagen, que tienen personalidades más estrictas. Para mí fue más fácil porque ya estaba acostumbrada al rigor.

¿Hay alguna parte del mundo donde disfrutes más cantar?

Depende de la interpretación que hagas, muchas veces he estado nerviosa y el público lo siente, cuando se conjugan todos los elementos —que estás preparada, que sientes una conexión con los músicos—, es como si el pecho se te abriera y se conectara con todo, y cuando pasa, la gente lo siente.

¿Recuerdas alguna vez que haya sucedido eso?

Una vez en Xalapa, hicimos una serie de Carminas Buranas y me pasó eso, estaba cantando y fue como si todo se pusiera oscuro. Yo no veía a nadie, me conecté con todo, es como esa imagen tan bonita del catolicismo del señor de la misericordia, que tiene abierto el pecho y salen rayos de luz de él, así me sentí en ese momento. Una alumna de Xalapa me dijo que ese año les encantó las Carminas Buranas por mi actuación; para mí ese es el regalo más bonito, que la gente pueda sentir lo que estás sintiendo.

También eres profesora, ¿qué te ha dejado esa faceta?

Tengo seis o siete años con esta faceta que empecé en México, es parte importante de todo mi quehacer artístico, al principio me daba miedo porque trabajar con voces es muy delicado. Puedes ayudar a mejorarlas y empoderarlas, o puedes arruinarlas por el resto de sus vidas.

¿Qué es lo que más te gusta de enseñar?

Me apasiona ver cómo va saliendo la mariposa de su capullo, y tú vas contribuyendo a eso. Cuando a alguien a quien se le dificultaban las cosas técnicas de repente se conecta, es como si saliera el sol. Cada proceso es individual porque cada instrumento es diferente. Quiero seguir ayudando a los chicos no solo a cantar, sino a ayudarse a sí mismos a través del canto; verlos en el escenario sabiendo que tienen una granito de lo que les diste hace que se compensen muchas cosas

Tú que estás en contacto con jóvenes que están empezando a cantar, ¿por qué crees que quieran hacerlo?

Nosotros nos dedicamos a esto por un llamado emocional, a veces nos guardamos muchas cosas. Yo digo que la voz es un grito entrenado; el que quiere cantar es porque necesita sacar algo, ira, dolor, tristeza y quiere manejar su energía o su alegría. Enseñar es algo mágico, al igual que cantar.

¿Qué les dirías a los jóvenes que van empezando con el canto?

Me gustaría decirles que esta es una carrera de paciencia, de tenacidad, de no soltar. Hay que tener la valentía de saber que después de un tiempo uno va a entrar en una crisis existencial y lo va a querer dejar todo por la presión; pero si esto es lo que quieren hacer, vale la pena. Tengan paciencia con ustedes mismos, eso es lo más importante; si no te tienes paciencia, entonces es mejor buscar otra cosa.

Mucha gente cree que la ópera es solo para público adulto, ¿cómo se puede llegar a los jóvenes?

El público juvenil no está vetado a esto. Tiene mucho que ver en cómo los intérpretes transmitimos el mensaje musical. Cuando tú creas el personaje y tienes una herramienta real de lo que está pasando, puedes dar una interpretación más atractiva e, incluso, innovar en ella. La música ya está escrita y no se cambia, pero en cuanto a la interpretación puedes darle una vuelta, como en todas las artes. Innovar debe de venir del conocimiento de lo que quiso decir el compositor, no puedes innovar de la nada y de ahí puedes enriquecer la interpretación de manera tal que el público actual lo disfrute. La parte fundamental del arte y del intérprete, es impactar sobre la sociedad y el público con lo que los creadores quisieron decir, tenemos muchísimas responsabilidad como intérpretes para que este mensaje siga fluyendo como hasta ahora.

¿Qué esperas de la próxima temporada de Ópera de San Miguel?

San Miguel me trae un montón de memorias, ahí viví cuatro años, el organizador, John Bills (quien falleció el año pasado), dejó este concurso para los mexicanos pudiéndose abrir para el mundo por una razón, porque las voces mexicanas son hermosas. Quiero mucho a mis alumnos de Estados Unidos, pero el color y la calidad del instrumento vocal mexicano es otra cosa, asistan a la temporada de ópera, no se van a arrepentir.

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