Entrena y supera los límites de tu fuerza mental

Por: Ximena Legorreta

Recientemente, tuve la oportunidad de visitar el Cañón Matacanes en Monterrey: la naturaleza me dio una buena dosis de humildad y un par de lecciones. Como un regalo por adelantado de cumpleaños, yo elegí que quería hacer algo diferente que supusiera aprender alguna nueva habilidad. No sé si llamarle crisis de los 40, a mí, simplemente, se me ocurrió que era un buen momento de “retar” a la mente.

Primero hay que llegar al río

Debíamos realizar una caminata para llegar al punto del río donde apenas iniciaríamos formalmente el recorrido. Javier, nuestro guía, nos dijo: “Creo que son como 2 horas”. No parecía ser una caminata sencilla, ya que el clima y el tipo de terreno son bastante desafiantes, pero hasta ese punto, lo que yo pensaba era: “Claro que puedo hacerlo, yo entreno diario, soy una persona activa, fuerte y saludable, esto es pan comido”. Pasadas las primeras 2 horas, el calor y la falta de energía comenzaban a hacer estragos en mi cabeza, pero con un breve descanso, unos tragos de agua, un poco de azúcar y el clásico “ya casi llegamos”, los ánimos pronto regresaban y el recorrido continuaba.

Nos tomó casi 4 horas llegar. Entendí que mi cansancio no era tan solo físico, sino mental, ya que me suponía demasiada energía estar pensando en qué piedra pondría el pie en la siguiente pisada para no resbalarme, cómo esquivar las espinas de la maleza y el ritmo de mi respiración. Sin duda esto supone un trabajo cardiovascular y muscular, pero también involucra un continuo proceso de pensamiento y aprendizaje. En varias partes del trayecto no podía siquiera pensar en platicar, porque mi atención estaba 100% enfocada en ejecutar apropiadamente mi siguiente paso, una forma de concentración muy peculiar, donde en verdad mi mente estaba ahí, no había lugar para ningún otro pensamiento… me dije a mí misma: “Esto debe ser una forma de meditación”.

El descenso en el río y sus desafíos

¡Por fin, llegamos, agua fresca! Empezaba, ahora sí, la diversión. Con energía renovada comenzamos a descender, en partes nadando, en otras a pie. Todo parecía estar bajo control y a pesar de encontrar algunas dificultades, yo avanzaba constantemente. Pero entonces vino la primera prueba, donde había que saltar de una altura de 12 metros para caer en el río y poder continuar. Yo no soy fan de las alturas, pero ahí estaba yo, al filo de un muro de piedra, con el estómago en la garganta, luchando contra mi cabeza y enfrentando uno de mis miedos más grandes. Pensé: “Tengo que ser mentalmente fuerte”. Pero, ¿qué es fuerza mental?, ¿es no darse por vencido cuando las cosas se tornan difíciles?, ¿tener confianza en ti estando bajo presión?, ¿es tolerar dolor y miedo a lo desconocido?, ¿salir de la zona de confort? Mi esposo Ruy dijo: “Ya estamos aquí, no te lo puedes perder”.

Quiero mencionar a nuestros guías, Javier y Melissa, ya que sus palabras resonarán en mi cabeza cada vez que deba hacer algo que me de miedo o me cueste trabajo. “No escuches todo lo que tu mente te dice y te limita, sólo hazlo” … y a lo lejos, la cuenta regresiva de Javi…”1,2, 3…” ¡Salta!

La caída, que no duró más que un par de segundos, inundó mi cuerpo de adrenalina. Sinceramente, aún no sé si quería gritar de emoción o irrumpir en un llanto. No podía dejar de temblar: había logrado dominar el pensamiento de: “No puedo, tengo miedo”. En la vida hay que ir atreviéndose a saltar, de otra forma, no podemos aprender y afianzar nuevas habilidades o experiencias. Estamos tan inmersos en nuestro día a día, que olvidamos que tenemos la capacidad y el poder para saltar.

Sería demasiado extenso si les platico a detalle todo el recorrido, pero hubo varios retos más, saltos (ya no tan altos), toboganes y cuevas. Se cumplían ya las dos horas de camino y era ya de noche cuando llegábamos al final del río.

No hay de otra, ahora hay que regresar al coche

Con todo el cansancio acumulado, tanto físico, como mental, lo que quería era que aquello terminara. Pero ahora nos faltaba el largo camino de regreso. Aquí, fue cuando sentí quebrantada mi fuerza y mi voluntad. Entré a ese lugar oscuro de tu mente donde simplemente te das por vencido, donde no quieres cooperar, ni continuar. Donde pierdes el enfoque y te dejas llevar por una cascada de pensamientos negativos.

He estado en este “lugar mental” antes. No en un cañón o en un río, en la vida cotidiana. Donde por alguna circunstancia pierdes la capacidad de pensar, de buscar soluciones y no puedes ver más allá de tu miseria y tu falta de perspectiva.

Pero algo sucede cuando sabes que no tienes opción. No hay de otra. No hay atajos. Tienes que caminar, sobreponerte a las circunstancias y salir.

El fin del camino

Es impresionante el cambio tan drástico en el estado de ánimo. Pasé de sentirme en el valle de la desesperanza, a estar en una plena sensación de euforia y satisfacción. La mente es poderosa.

Después de 11 horas de trayecto estaba sentada disfrutando una exquisita hamburguesa. No podía creer todo lo que había logrado hacer. Hablo desde mi perspectiva, no me malinterpreten, no estoy relatando una historia de supervivencia y sé que hay un sinnúmero de anécdotas que han supuesto un reto abismalmente mayor.

Pero para mí, se había cumplido el objetivo del regalo: retar mi mente y fortalecerla. Aprendí que hay muchas cosas en la naturaleza que pueden empatarse a la perfección con las situaciones diarias de la vida.

Aprendí que la fuerza mental, al igual que la física, no es algo con lo que se nace, se forja. Y para dominar algo, hay que ponerlo en práctica. No se trata siempre de perfección o excelencia, se trata de ser constantes, incluso bajo circunstancias difíciles u hostiles.

Se nos hace fácil alejarnos o evitar aquellas cosas que nos resultan complicadas, donde, eventualmente, vamos perdiendo esa capacidad de aprendizaje y nos estancamos. Nos perdemos de la oportunidad de aprender de lo que nosotros mismos somos capaces de hacer cuando te expones a situaciones desconocidas.

Fortalecer tu mente es como hacer crecer cualquier músculo. Tienes que estar dispuesto a invertir tiempo y a trabajar de manera constante para que se vuelva más fuerte. No sucede de la noche a la mañana. Es tomar responsabilidad de tus acciones, aceptar que los fracasos ocurren y tomarlos como una ruta de aprendizaje.

Leí sobre algunas técnicas y consejos que podemos utilizar para trabajar sobre nuestra fortaleza mental día con día. He aquí algunos:

  1. Pensamiento positivo: Parece sencillo, pero no lo es. Cada día somos acechados por un montón de pensamientos negativos sobre nosotros mismos. Se trata de tener una conversación sana y compasiva con nosotros mismos, una mentalidad de “yo puedo”. Cada que pienses algo negativo sobre ti o tu entorno, intenta parafrasearlo con una idea positiva.
  2. Visualización: Imagina cómo sería lograr tu objetivo. Si tu objetivo es correr un maratón, reproduce en tu cabeza la película donde estás cruzando la meta, ¿dónde estás?, ¿quién está contigo?, ¿qué sentimientos experimentas? Repásalo una y otra vez, eso te ayudará a mantener tu enfoque y determinación.
  3. Controla tu ansiedad: Realizar ejercicios de respiración, meditación o algunas otras técnicas de relajación, será clave para sobreponerte a los ratos difíciles. Recuerda que la fuerza mental tiene que ver con el control de emociones cuando las cosas se tornan abrumadoras.
  4. Establece objetivos: Determina objetivos a corto, mediano y largo plazo. Retomando el ejemplo del maratón, el objetivo a largo plazo son los 42 kilómetros, mediano plazo distancias entre los 17 y 30 km y corto plazo mejorar tus tiempos en carreras cortas como 5 y 10 k. Pueden ser objetivos que tengan que ver con salud, deporte, trabajo, desarrollo profesional, relaciones personales u objetivos financieros. Las victorias que vayamos cosechando de nuestros objetivos a corto plazo nos darán empuje hacia los objetivos más complejos y trascendentales.

Cada uno de nosotros entenderá “su salto” de forma distinta. Puede tratarse de probar un nuevo deporte, buscar un nuevo empleo, leer un libro sobre un tema del que no sepas, invitar a salir a alguien, intentar cocinar un platillo, asistir en una clase de baile, pintura, música, qué se yo. Mejorar tus tiempos de carrera, ser mejores padres, amigos, parejas. La fuerza mental se trata de seguir haciendo, seguir intentando, seguir creciendo. Un salto a la vez. Finalmente, ¿qué es lo peor que puede pasar? Lo peor que nos puede pasar, es que no nos pase nada.

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