Por: Coach Rodrigo Vázquez Gutiérrez

La época de fin de año siempre ha marcado el fin de un ciclo; el término de una etapa en la vida de cada persona que lleva consigo una invitación al recogimiento y la reflexión. De manera natural y contagiados por el ambiente que se respira, los días previos al 31 de diciembre presentan la oportunidad de pensar en lo que ha sido el año que termina. Tendemos a recordar las cosas buenas que nos han ocurrido y los buenos momentos que hemos tenido, aunque en ocasiones quisiéramos olvidar o de alguna manera borrar lo “negativo” que ha sucedido. Algunos incluso hemos deseado dar por terminado el año lo antes posible a partir de malas experiencias vividas, por haber experimentado malos momentos, o simplemente porque las cosas no han sucedido como las habíamos planeado o de la manera en que nos habrían gustado. 

Sin duda llevar a cabo algún tipo de introspección y reflexión puede resultar muy provechoso. El “problema” surge cuando lo hacemos “en cualquier momento”; es decir, de camino al trabajo o a la mitad del tráfico; cuando nos estamos lavando los dientes al mismo tiempo que repasamos los pendientes del día siguiente; o en las pausas comerciales mientras vemos un partido de nuestro deporte favorito en la televisión. Y es que, con el ajetreo cotidiano, estos pueden parecer los únicos momentos que tenemos libres, pero, al no tener algún tipo de guía o estructura, lo más probable es que terminen siendo sólo unos cuantos recuerdos o pensamientos vagos de lo que sucedió…

Sin embargo, para que esta reflexión realmente brinde frutos, debe hacerse de manera consciente y 100% centrada siguiendo algún tipo de plan o estructura definida. Y aunque no es necesario ir a un retiro espiritual o aislarse durante toda una semana entrando en un modo de profunda introspección, sí resulta conveniente tomarse un tiempo enfocado para que pueda llevarse a cabo de manera que brinde el mayor beneficio posible. 

Para sacar el mayor provecho al hacer una reflexión sobre el año que termina, se pueden tener en cuenta las siguientes consideraciones básicas: 

Tener suficiente tiempo (dedicar un par de horas durante el fin de semana pueden ser suficientes).

Procurar estar en un entorno libre de distracciones; lejos del celular, de la computadora, el ruido o la TV.

Contar con un espacio cómodo (y si se puede en la naturaleza, mucho mejor).

Disponer de papel y pluma lo cual ayudará a enfocar más la mente. 

Propiciar un ambiente agradable y acogedor; escuchando música suave, con alguna botana ligera y tal vez alguna bebida.

Hacerlo dividiendo el año en períodos de tiempo para poder analizarlo “por partes” (en meses o bimestres puede funcionar muy bien).

Teniendo ya las condiciones anteriores, conviene llevar a cabo la reflexión de la manera más honesta posible; sin juicios ni culpas. Esta puede comenzar a partir de plantearse preguntas que inviten al análisis y la introspección, cuidando de repasar los momentos o situaciones como lo que fueron; experiencias que nos sirven para enriquecernos como seres humanos y no verlos como errores cometidos por las personas imperfectas que somos. 

Propongo algunas preguntas que pueden funcionar: 

1. ¿Qué quisiera mejorar? 

Puede ser desde algo mundano pero importante como mis hábitos alimenticios o algo más profundo y sanador como mi relación conmigo mismo.

2. ¿Qué necesito dejar atrás? 

Desde oportunidades “perdidas” que dejé pasar, hasta rencores añejos que envenenan el alma.

3. ¿Qué me gustaría evitar de ahora en adelante? 

Quizá las relaciones tóxicas que lejos de aportar sólo me dañan, o el consumo excesivo de refrescos o alcohol.

4. ¿Qué me convendría incrementar?

Tal vez mi paciencia, tolerancia, amor y respeto por los demás, o quizá los momentos que dedico a realizar actividades que me nutren y enriquecen.

5. ¿A quién debo perdonar?

Empezando por la persona más importante en mi vida; yo mismo. Perdonarme por las veces que no me atreví, por los errores que cometí o por las ocasiones en que no crecí. Y después podría seguir con perdonar a todas aquellas personas que no han estado a la altura de lo que merezco.

6. ¿Qué quiero cambiar? 

Quizá mi actitud ante los “obstáculos” o cuando las cosas no ocurren como me gustaría. O tal vez algo material que me puede ofrecer comodidad como el coche que manejo.

7.¿Y mantener? 

Mi amor propio cuando alguien intenta hacerme daño y también mi garra y templanza cuando las cosas se tornan difíciles. 

8. ¿Qué necesito aprender?

Que todas las personas lo hacen lo mejor que pueden con los recursos que en ese momento tienen. O tal vez aprender a cocinar o incluso a perdonar.

9. ¿Qué quiero fortalecer en mi vida?

Puede ir desde la relación con mis padres o mis hermanas hasta mi fuerza de voluntad que muchas veces se tambalea. 

10. ¿Qué necesito moderar? 

Mi tono de voz cuando me frustro y siento que pierdo el control y también el consumo de comida chatarra para mejorar mi salud y estado físico. 

11. ¿Y qué y a quién necesito pedirle algo? 

Tal vez pedirme más compasión y tolerancia hacia mí mismo cuando emerge mi implacable juez interno o más tiempo y atención a mi pareja. 

Si te das cuenta, las preguntas pueden ser profundas en cuyo caso te ayudarán a mejorar y crecer, o también pueden enfocarse en cosas que te permitirán tener una vida más feliz y plena. Tú decides el alcance de cada una de ellas. Al fin y al cabo, es tu reflexión…

Pero lo más importante de este ejercicio es que te va a permitir darte cuenta de que eres tú, y sólo tú, el dueño de tu vida y tu destino. Eres tú quien puede hacer que las cosas cambien, que sean mejores. Este ejercicio te ayudará a entender de que de ti depende la manera en como llevas y enfrentas la vida. Te permitirá darte cuenta de que tú estás al mando, tú estás al volante y eres sólo tú quien tiene el control de todo lo que te sucede.

Date cuenta de tus posibilidades en lugar de ver lo que no puedes cambiar. Enfócate en lo bueno que te sucedió en lugar de pensar en lo que no te gustó. Apláudete por las miles, las millones de veces que lo intentaste y deja atrás aquellas en las que, de acuerdo a tu propia perspectiva, “fracasaste”. Enfócate en todas las lecciones aprendidas en lugar de fijarte en las oportunidades perdidas. Recuerda lo que sentiste con los abrazos que diste en lugar de poner tu atención en los “errores” que, según tú, cometiste. 

Deja a un lado a tu juez interno y enfócate en lo positivo. Date cuenta de la inmensa cantidad de cosas buenas que tienes y déjate guiar por el gran ser humano que eres, entendiendo que lo mejor siempre está por venir…

Contacto: 

– Mail: rvazquez@trgroup.com.mx

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